No soy de enojarme fácilmente a menos que tenga una buena razón/causa para hacerlo.
Pero resulta que básicamente exploto cuando ciertas circunstancias de la vida hacen que mi tolerancia descienda al nivel cero. Me supera cuando uno anda preocupándose por los demás y del otro lado no recibe lo mismo, o directamente no recibe nada. No digo que yo sea la reina de no cometer errores porque al contrario: meto la pata una y otra vez, y lo peor es que sigo en la misma sin un cambio. Soy la más irresponsable de todo el mundo y la que se olvida de las fechas más rápido de lo podrían imaginarse. Pero sé que hago el intento por recordar aunque sea algo, por comprometerme cuando la situación lo requiere o por estar al lado y acompañar a aquella persona que de verdad necesita una mano. El tema está cuando todo ese esfuerzo que haces pareciera que no alcanza porque de una manera u otra, terminás en la misma: equivocándote. O confiás en los demás y terminás desilusionada; o desconfiás, y terminás sola. Hay equilibrios, por supuesto, pero a veces parece que todo fueran excesos.
-Yanina