Hagamos de cuenta que estoy enamorada y ando en una etapa sadicodepresiva a causa de él. Hagamos de cuenta dije? Para que fingir?!
Estoy enamorada y ando en una etapa sadicodepresiva a causa de él.
Amor, amor, amor, amores apasionados, amores de la infancia, amores de verano, amores duraderos, amores que vienen y van, amores que no existen, que esperan, que nunca se encuentran, amores no correspondidos. Definitivamente:
No basta con que se animen a amarte ni con animarse a amar a alguien.
No es suficiente que te amen si tu no sientes lo mismo, pues si el amor no es reciproco no es mutuo, no puedes obligarte a enamorarte de aquella persona, que aunque muchas veces no nos demos cuenta sufre por no poder conseguir aquello que quiere. Y es que aunque a la vez tambien uno mismo sufre, no es un sufrimiento que se pueda comparar pero de verdad lastima ver a alguien que se niega a imaginar otros posibilidades, otros futuros.
Pero que pasa cuando es a la inversa?
Que pasa cuando nos enamoramos dee alguien que pensamos es justamente la persona con la que queremos estar, la persona que nos hace mas felices, mas valientes, la persona que nos hace sentir diferentes?
Como todo es demasiado bueno para ser verdad caemos en cuenta de que esa persona no nos busca, no quiere nada con nosotros, ó, se encuentra en la situacion antes mencionada queriendo a un amor no correspondido. Pues claro! se nos rompe el corazon en mil pedazos y todas aquellas ilusiones que nos habiamos hecho se vienen abajo!
La cuestión es la siguiente: Para que el amor sea amor, debe haber una reciprocidad que demuestre que ambos se pertenecen ["pertenecer" me suena a "ser propiedad de", pero en fin]; cuando esta correlación se produce, no hay nostalgias o tristezas que puedan abrumar. Al fin y al cabo, tenemos lo que queremos no? Satisfacción de las dos partes. Pero el problema está en que si se produce lo contrario, ambos se ven reflejados en la angustia constante de saber que, por un lado, queremos lo que no nos corresponde y por el otro, no queremos a aquél que quiere correspondernos.
Una interminable cadena que termina cuando nos pega el bichito del amor, y nos devuelven lo mismo.